Recordando la historia de las Coves del Drach (III)
En un anterior reportaje publicado en estas páginas de Manacor Comarcal, hablando de los inicios históricos de las Coves del Drach, apareció en distintas ocasiones el nombre del Archiduque Luis Salvador como uno de los muchos personajes importantes que se interesaron por el lugar y aportaron sus estudios e ideas, que coincidieron en considerar como una de las maravillas de la naturaleza. En esta ocasión vamos a transcribir literalmente, tal como plasmó de su puño y letra, la visión que tuvo de las Cuevas el mencionado Archiduque y que quedó publicado en su magna obra Die Balearen.
En el capítulo dedicado a su visita a Manacor, después de describir detallada i minuciosamente la ciudad, con los espacios y monumentos que la conforman, el Arxiduc se refiere a su distrito diciendo que “es especialmente rico en capillas y pequeñas iglesias, que pertenecen a las aisladas ‘possessions’ y en las cuáles, para comodidad de los payeses, se celebra misa los domingos y festivos. En el predio de Son Negre hay un pequeño oratorio púbico dedicado a San Antonio Abad y en la contrada de Sant Llorenç hay otro que se construyó en el año 1872 en el predio de Son Carrió, dedicado al Arcángel San Miguel. Hay además muchos otros que pertenecen a una ‘possessió’ y no se consideran públicos, por ejemplo el de Son Llodrà, el de Son Masià, el de El Fangar, el de Son Forteza, el de Son Barba, el de Son Mesquida, el de Son Porch, el de Son Sureda Rich, el de Alcobaser, y otros más”.
Después de realizar aquel recorrido por las possessions que tienen su propia capilla, el ilustre personaje sigue su recorrido hasta llegar y detenerse en las cuevas del Drach, diciendo textualmente: “La Cova des Drach se ha convertido en el principal punto de atención de la comarca de Manacor, sobre cuya importancia fui el primero en advertir a su propietario. Aun cuando no iguale en grandiosidad a la Cova de Artá, sí lo hace en hermosura, e incuso la supera en este aspecto, según la opinión de algunos. Para llegar hasta allí tomaremos el camino que conduce de Manacor hasta la Cala, por la calle del Pont Gros y por la calle de la Torre saliendo de Manacor y más adelante encontramos a nuestro paso muchos molinos de viento. A la margen derecha del camino se ve la Torre dels Enagistes, de la que ya hemos hablado. Este mismo camino, cuyo estado es bastante bueno, pasa por el Molí den Sopa y asciende lentamente por la colina, la cual está dispuesta en terrazas en las que crecen higueras. Pequeños viñedos y aislados algarrobos y almendros, ponen una nota de vitalidad en el paisaje.
A la derecha, entre campos de cereales, se encuentra la antigua casa Mendiga y un molino de viento. Continuando por la ladera de un monte, se alcanza pronto la loma y, más allá, una llanura rodeada de colinas. A la izquierda está la ‘possessió’ de Santa Cilia, alta y en forma de torre, y viene luego Son Crespí y Es Coll. El terreno va declinando gradualmente en dirección al mar, al que llega ya en forma de montículos que forman algunas estribaciones sobresalientes. En la margen derecha se encuentra la torre de Rafal Pudent, provista de troneras, y a lo lejos se divisa Son Moro con su blanca torre. Pasa luego el camino por delante de algunas torres redondas hasta llegar a Barreras de Marineta y enseguida, después, a la orilla del mar. Rodeando los pantanosos terrenos y subiendo por unas peladas montañas, se llega al lugar donde se sitúa la Cova des Drac. Después de entrar se encuentra uno en una galería profunda. Más bien parecida a un agujero, cerrado únicamente por una verja. Por un pasadizo, entre concreciones calcáreas, se llega en primer lugar a la Cova Negra, en la que hay un pintoresco grupo con columnas, y luego a una estancia, una cavidad que se encuentra a la izquierda, con un techo de estalactitas muy finas. De aquí se pasa a la cueva de Betlem y luego a las estalactitas de diamante, con una cubierta de botifarrons que alcanza hasta el lago.
Por encima del agua se ven finísimas y elegantes estalactitas, y las columnas y las centelleantes rocas ofrecen una visión fantástica. Se llega luego a la llamada fuente de Jericó, se atraviesa el punto denominado Gibraltar y se sube de nuevo a la sala principal, desde la que arranca otro camino hacia la Cova Blanca. Es muy incómodo el tener que inclinarse para llegar a la Cova de los Árabes, y hay que bajar todavía más. En esta cueva no hay estalactitas.
Hace unos veinte años unos catalanes descubrieron el acceso a la cueva, se introdujeron en ella y no pudieron encontrar de nuevo la salida hasta después de haber estado unos días deambulando por el interior. Hallaron dentro de la Cova una jarra que en la actualidad se conserva en la Fonda Femenías. Se trata de un sencillo recipiente de arcilla, de ancha boca, dos asas y adornos de cuadrifolio.
En la Cova se llega luego al Dosel de la Virgen del Pilar y, tras bajar un techo, al lago, que es bastante grande. Cuando el viento sopla de tierra, el agua mengua; cuando sopla del mar, sube algunos palmos, lo que hace suponer que existe una comunicación subterránea entre mar y tierra. Se llega luego al punto donde los catalanes extraviados escribieron las palabras ‘no hay esperanza’ sobre el muro.
Desde este punto se accede a una cavidad con hermosas estalactitas blancas, en forma de velo, se va bajando hasta la cueva de los murciélagos y se continúa junto a un precipicio que llega hasta el lago. Cuando, desde un poco más arriba, se lanza una piedra en el abismo de 25 metros de profundidad, se la oye caer en el agua un rato después.
A la izquierda de la entrada principal hay una cuevecilla con estalactitas y estalagmitas, la Cova Petita, a la que se baja por unos escalones. En ella se halla una pequeña sala natural, y luego otra mayor con anchas columnas y finas estalactitas colgando del techo. Viene luego la cavidad del Sagrario con brillantes estalactitas, rojizas y blanquecinas; finalmente se encuentran las estalactitas color óxido y el Cap de Bou.
Manacor está comunicado con Palma mediante una carretera, la cual, después de la de Inca, es la más importante de la isla. El pueblo se deja por la calle de Palma, pasando luego por la de la Alegría y por delante de la Fuente del Campo. La carretera discurre en línea recta de este a oeste hasta llegar a Palma. De esta forma traza, con la carretera de Inca, un triángulo equilátero cuya base estaría formada por la carretera de Santa Margarita al este y que abarca todo el centro de la isla”.
Así finaliza el Archiduque Luis Salvador su visita a Manacor, después de haberse detenido, contemplado y estudiado las Cuevas del Drach, de las que deja su particular visión.