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OPINIÓ MIQUEL MAS: Nada es lo que parece

Ahora que nos hemos acostumbrado a rebuscar en la memoria histórica, reciente o no, sacando a la luz acontecimientos pasados con total legitimidad, no debería importarnos tampoco el que nos llevemos algún chasco respecto a episodios que aprendimos a creernos a través de las versiones oficiales “garantizadas”, como ha sido el caso de la propia Aurora Picornell.

  • Hace años, al tomar asiento, me llamó la atención un libro conocido en un estante de aquel mueble-librería del comedor, era el Diccionari Vermell de Llorenç Capellà:
  • ¿Y eso, estáis interesados en la guerra civil?
  • Me lo regaló el autor.
  • A santo de qué…
  • ¿No sabes la historia?
  • Qué historia.
  • Ven, mira este dibujo (un retrato de un joven) ¿lo conoces? Te presento a mi hermano al que fusilaron.
  • Ya, no sabía…, pero conozco la historia.
  • No. Conoces lo que has leído o te habrán contado. Todos han pasado por aquí pero ninguno ha escrito como les dije que habían sucedido las cosas. Al principio me enfadaba, ahora ya me da igual, no me lo devolverán con vida.
  • Qué pasó…
  • Todavía me duele hablar de ello, pero un día te lo contaré.
    Y un día me lo contó.
  • Joan Crespí fue quién primero levantó la voz en un solemne alegato contra la nobleza mallorquina y que originó la Germanía, de cuyo movimiento fue impulsor en toda la isla. Estableció alianzas con Valencia, organizó y dirigió su estrategia sin embargo amparándose en la ley, asimismo lideró el asalto al Castillo de Bellver que puso en jaque a la oligarquía caciquil de entonces y, cuando mejor lo tenían, fue acusado por los radicales de Joanot Colom de moderado y de traidor, siendo sentenciado por los “Tretze” (Jesucristo y los doce apóstoles) y condenado a prisión, donde fue asesinado por su propia gente. La Historia no indaga en el suceso, si acaso “intuye” cosas y puede admitir que en último lugar la responsabilidad era de Joanot Colom. Sin embargo, al hablar de la Germanía mallorquina, todo se relaciona con Joanot Colom y su martirio en favor de los más desfavorecidos. De Joan Crespí poco se habla, puede que de una mezquina Ilustración Mallorquina para poder justificar la ignominia de su suerte y de su muerte. Creo que no hace falta decir que yo mismo, de haber estado con ellos, hubiera sido seguidor de Joan Crespí y no de Joanot Colom, que indujo a sus partidarios a repetidas derrotas y a un desastroso desenlace final.
  • Cuarenta años después veo y leo que todavía colea el “Pacte de Son Brun” y yo ahora no voy a pretender enmendarle la plana a nadie, si lo hiciera se le podría caer la cara de vergüenza a más de uno (otros ya no están), pero claro, ellos también podrían contestar recordándome que: “Es la política, estúpido” y tendrían razón, pero, lo que sería realmente estúpido a estas alturas sería el seguir cuestionando la capacidad de Llorenç Mas para desempeñar el cargo, porque esto es una falacia que tampoco se merece. La complejidad para que funcionara un Pacto de estas características en el que Llorenç poco o nada tuvo que ver, eran pocas, si bien su carácter cercano y conciliador creó un consenso en su persona que no consiguieron otros. Él, al fin y al cabo, tan solo asumió una responsabilidad que comportaba el haber aceptado encabezar una lista. Además, el Pacto funcionó en la medida que otros que no habían conseguido la alcaldía en primera instancia tendrían una segunda oportunidad, bloqueando el normal ejercicio de la institución, y así, con una moción de censura posterior podrían eliminar al que había resultado ser su mayor inconveniente.
  • En el Capítulo V de los relatos sobre la “Gent valenta manacorina”, Antoni Sureda Vicens rescata del olvido a unos muchachos obligados a luchar en ínfimas condiciones en tierras lejanas, aunque todavía Colonias del Imperio de los poderosos terratenientes españoles, quienes aportando tres mil pesetas “a las arcas del Estado para costear los gastos de la guerra” podían librar a sus hijos de una muerte casi segura, cosa que no podían hacer otros. He leído con interés el relato escrito por Antoni y coincide -aparte de estadísticas que ignoraba- con la versión oral que conocía, pues entre los nombres de los soldados que apunta se encuentra el de mi abuelo paterno y que contó a mi padre también como capturaron a un hombre herido en una pierna que trataba de esconderse por entre unos matorrales y que con los brazos en alto gritaba que no lo matasen porque era Antonio Maceo y quería hablar con el general español, pero no le sirvió de nada.
  • Una última cosa y que no viene a cuento con lo anterior: Si en alguna ocasión se cruzan casualmente a dos pasos con el alcalde o alcaldesa de su pueblo y le dan los buenos días y no les corresponde igualmente, no crean que han sido unos desvergonzados por dirigirse a la máxima autoridad local, es que esta persona no es el alcalde o alcaldesa de todos y para todos los ciudadanos como debería ser.

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