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OPINIÓ MIQUEL MAS: Ucrania

Dos vecinos, parientes si no hermanos, mal avenidos, cada cual con sus razones, poco dialogantes -de piñón fijo, diría yo-, han logrado provocar un pavoroso incendio en la finca que antes había sido su casa común. Hace un tiempo no lejano, uno de ellos, decidió independizarse del otro, que nunca aceptó una separación de buen grado, entre otras cosas porque existían lazos afectivos e intereses compartidos alcanzados en su época de convivencia. De todas maneras, llegaron a un acuerdo para que, por lo menos, fueran respetados los derechos adquiridos. Ahora, el primero, ha decidido incorporar a terceros en comandita alegando el derecho soberano que le asiste en su propiedad, pero que no son del agrado de la otra parte ya que, a su parecer, se vulneran los acuerdos a que habían llegado. Al final, todo ello -y otros añadidos- ha sido suficiente excusa para desatar la furia de quién se siente engañado, porque no habiendo conseguido convencer “por las buenas” a su ahora vecino, para que se avenga a sus razones, ha decidido, por las malas, invadir su casa y causarle un verdadero estropicio, haciéndolo con tal saña que, por querer perjudicarle y para que le sirva de escarmiento, al quemarle sus pertenencias el fuego ha prendido en toda una parte del edificio, y puede que aún más, en perjuicio de todos los residentes de la finca, de él mismo, y de quienes habitan los alrededores o del barrio entero, sean o no responsables de su mala relación. Los bomberos, de momento, visto la virulencia del siniestro lo declaran fuera de control y, como medida preventiva, tan solo han perimetrado la zona en riesgo que puede salir afectada. Otros vecinos, solidarios con el agredido, han acudido enseguida con las mangueras de sus jardines para tratar infructuosamente de sofocar el incendio para que no les afecte, aunque los daños y perjuicios tan solo podrán evaluarse al final.


Digamos que hablamos de Ucrania (4.500 a.C.), uno de los primeros centros donde se establecieron las civilizaciones: donde aparecieron el planteamiento urbanístico, la domesticación del caballo, la invención de la rueda y el trabajo con metales. Saltándonos su prehistoria y unos cuántos siglos más en su devenir -que dan para un pequeño dolor de cabeza-, la nación denominada ahora ucraniana disfrutó de autonomía entre las presiones de sus vecinos tártaros de Crimea, la de los polacos y también la de los moscovitas. Por eso, ante la incapacidad de defenderse entre tres potencias firmaron un Tratado de vasallaje con los moscovitas, así que, con el tiempo, Ucrania fue perdiendo paulatinamente su autonomía en favor de los moscovitas (rusos) hasta que éstos anexaron completamente su territorio en 1764 y Ucrania pasó a ser dividida entre Polonia y Rusia.
Tras la Revolución rusa en 1917, surgió un movimiento nacionalista, formándose la República Popular Ucraniana y después la República Socialista Soviética de Ucrania, siendo miembro fundador de la Unión Soviética en 1922. Finalmente recuperó su independencia en 1991 cuando se produjo la disolución de la Unión Soviética a raíz de un fallido golpe de estado.
Ucrania digamos que está todavía en un proceso de transición, de “descomunización”, hacia una economía de mercado y un Estado democrático. Sin embargo en 2013 decidieron rechazar un Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea y firmaron un Tratado para reforzar sus relaciones con Rusia, que dieron lugar a una serie de protestas en la parte más occidental, siendo la otra más pro-rusa, creando una situación de inestabilidad que fue aprovechada por la Federación de Rusia para ocupar y anexar Crimea, comenzar la guerra del Dombás y culminar la amenaza de invadir el país si Ucrania formalizaba su petición de ingreso en la OTAN.
Nada más que añadir y que ustedes no sepan: miles de muertos, millones de refugiados por doquier, Europa expectante y acojonada, mercados en caída libre, inflación desbocada, etc. Y China en la recámara, por si hiciera falta su intervención. El presidente Putin, un malnacido transgresor que añora tiempos pasados; el presidente Zelenski, un héroe sobre un montón de muertos y de escombros. Si Europa somos los “buenos” y Rusia siguen siendo los “malos”, ¿por qué comerciamos con ellos hasta el punto de que puedan desestabilizar nuestro bienestar social y nuestra economía? ¿Qué opinión tienen de los rusos en la Costa del Sol, Costa Blanca, Calvià ó Andratx? ¿Esos chicos y chicas, altísimos, bien parecidos; esos niños rubios, de ojos claros y que hasta sonríen, es cierto que nacen con cuernitos en la frente?
Dice Vicente Vallés, que fue corresponsal en Rusia, que el presidente Putin no es un loco, que es muy inteligente y que, sin duda, puede ser un hombre peligroso. Europa y Estados Unidos tienen muchísimos intereses con Rusia, tantos que no podrían haber aplicado las estratosféricas sanciones que le han impuesto si no los tuvieran porque no servirían para nada. También decía Nicolás Sartorius en una entrevista que todas estas cosas mejor discutirlas con la nariz tapada.

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