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«Bienvenidos a la guerra civil en la red», por Jordi Skynet

En un inesperado giro de los acontecimientos, las redes sociales han decidido no quedarse atrás en el teatro mundial y han inaugurado su propia versión de una guerra civil. No, no esperen cañones ni caballos; aquí las armas son los tweets afilados y las proclamas en Facebook, los subtweets venenosos y los hilos interminables en Twitter que se desenredan como un rollo de lana atacado por gatitos hiperactivos.
La reciente pausa del presidente Sánchez, seguida de su regreso triunfal, ha sido el último detonante de esta contienda. Después de un merecido descanso de cinco días (los nuevos «begoo días»), nuestro querido líder ha vuelto para enseñarnos sobre la regeneración democrática. Y con qué maestría nos recuerda que «no todo vale», justo antes de soltar un bulo que ni el guionista más creativo de Hollywood podría imaginar.
En esta esquina del ring digital, tenemos a la izquierda, armada hasta los dientes con ideales utópicos y memes de gatitos revolucionarios. En la esquina opuesta, la derecha carga sus mejores citas de líderes históricos sacadas de contexto y videos de águilas volando majestuosamente al son del himno nacional. Entre ellos, un campo de batalla virtual se extiende, salpicado con gifs explosivos y hashtags como trincheras.
Ambos bandos se enfrentan en el campo de batalla digital sin ningún interés en ceder ni un pixel de terreno. Los discursos se retuercen hasta alcanzar niveles de flexibilidad que harían llorar a cualquier yogui experimentado, y las acusaciones vuelan como en una partida mal jugada de «Angry Birds».
El presidente, en un esfuerzo por mantenerse relevante en estos tiempos de clics y likes, nos implora que dejemos los bulos a un lado y actuemos con decoro. Pero claro, en tiempos donde el retweet es más rápido que la reflexión, ¿quién tiene tiempo para la coherencia? Después de todo, en la era digital, «haz lo que digo, pero no lo que hago» parece ser el lema que todos, desde políticos hasta el usuario promedio, llevan tatuado en sus perfiles virtuales.
La situación sería cómicamente trágica si no fuera tan trágicamente real. Y mientras tanto, todos nosotros, espectadores y partícipes de esta tragicomedia, esperamos ansiosos por ver qué nuevo capítulo nos deparará el algoritmo mañana. Porque en la guerra civil en la red, lo único seguro es que siempre habrá una nueva batalla que librar en la infinita lucha por la última palabra.
Mientras tanto, la prensa internacional no ha perdido el tiempo y ya ha comenzado a tildar a España de ser el escenario de una telenovela política o una tragicomedia en vivo. Periodistas de todo el mundo miran perplejos hacia nuestra península, sacudiendo la cabeza ante la serie de eventos que, admitámoslo, podrían rivalizar con cualquier guion de Netflix por su intriga y giros inesperados. «España: La tragicomedia política del año», titulan en algunas portadas, mientras que en otras se opta por descripciones más coloridas como «El teatro del absurdo: política española en escena». Estos titulares no solo reflejan la fascinación y a veces la incredulidad con que se observan los sucesos nacionales, sino que también resaltan cómo nuestra saga política parece ofrecer todos los ingredientes de un drama de alto voltaje: conflictos, secretos y, por supuesto, promesas de renovación eternamente pospuestas.
Así que, queridos ciudadanos de la internet, ajusten sus sillas y preparen sus snacks, porque esta guerra no tiene visos de terminar pronto. Y recuerden, en la red, al igual que en la vida, a veces el mayor acto de rebeldía es simplemente apagar el dispositivo y salir a respirar aire fresco. Pero, ¿quién quiere aire fresco cuando puedes tener drama digital al alcance de un clic? ¿No es acaso más emocionante observar cómo se despliega el próximo escándalo, retuiteado en vivo desde la comodidad de nuestra indignación digital?

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