Sin Rodeos

SIN RODEOS: Las grandes potencias mundiales no pueden con el coronavirus

El maldito coronavirus sigue cobrándose muertes e infectando a personas en todo el planeta Tierra. Cuando los más encopetados especialistas sanitarios anuncian que estamos ganando la guerra al virus, resulta que solo estamos cerca de ganarle una batalla, que al final no ganamos, porque el virus que nos ha tocado en turno sufrir tiene la inteligencia y la capacidad de mutar, cambiando de uniforme, de cara y de nombre cada vez que se ve poco menos que perdido. Y ya estamos inmersos en la sexta ola del coronavirus, a cuya transformación actual le han puesto el nombre de ómicron, que no sé ni me importa lo que quiere decir el nombrecito. La cuestión es que el ómicron ese ya está lidiando con las diferentes vacunas que hasta ahora nos habían, según dicen, inmunizado. No sé hasta que punto los vacunados con dos dosis más una tercera de refuerzo estamos inmunizados, cuando muchos receptores de las vacunas siguen contagiándose, aunque de forma más leve por estar vacunados, según nos cuentan los expertos.
Ahora, las farmacéuticas centran sus investigaciones en conseguir la vacuna idónea para combatir con firmeza la cepa ómicron que lidera la sexta ola que, además de acabar con tantas vidas humanas, logra, sin pretenderlo, hacer más ricas a las ya multimillonarias industrias farmacéuticas.
Lo que es realmente increible es que las grandes potencias mundiales no puedan con el coronavirus. Pretenden conquistar el universo lanzando auténticas millonadas de dinero al espacio, en forma de cohetes cuya mayoría acaba en toneladas de chatarra pululando sin ton ni son por el universo, inmersos en la construcción de armas de destrucción masiva que podrían finiquitar el mundo con solo apretar un botón, y son incapaces de afrontar con solvencia la guerra contra el coronavirus. No estaban preparados para ello, como si no supieran de las devastadoras consecuencias provocadas por las anteriores pandemias. Puede que las potencias mundiales descartasen, tantos años después, la posibilidad de que llegaran nuevas pandemias.


La cuestión es que un virus que no se ve ni se oye, nos está ganando por goleada. Y lo realmente triste es que las más relevantes autoridades sanitarias no saben qué hacer. Solo improvisan. Ahora algunos países obligando a toda la ciudadanía a vacunarse como única eventual solución, porque no dispone de un arma capaz de ganar la guerra al mutante e invisible coronavirus, que no da pista alguna acerca de detectarlo, salvo con las personas que infecta. Si por lo menos fuera una especie de mosquito como los que conocemos, cuya presencia y zumbido nos permite acabar con él de un batacazo…
Pero, no. Nadie sabe cómo acabar con la Covid-19, ahora disfrazada de ómicron, que lleva camino de aguarnos de nuevo las fiestas de Navidad y Año Nuevo, puede que Sant Antoni, y quién sabe si las de Pascua.
Esperemos que los expertos den con la solución cuanto antes. De lo contrario, que Dios nos coja confesados.

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