Opinió

OPINIÓ MIQUEL MAS: Regreso al futuro

Estos días, al repasar los periódicos, en uno de ellos, en las páginas dedicadas a la part forana, destacaba un titular: “Manacor cubrirá la histórica plaza de Sant Jaume con placas fotovoltaicas”. Decía que centenares de placas solares se instalarán para que den suministro eléctrico y así poder mantener en funcionamiento el aparcamiento que hay justo debajo, sustituyendo las actuales pérgolas de madera por otras de cubierta plana e inclinada para captar el máximo sol posible, como las instaladas en el parking de superficie al lado de la estación de trenes y para que sea un ejemplo de eficiencia energética. Además, va a ser “un proyecto que, de todos modos, queremos consultar previamente con los vecinos más próximos para que den su opinión y sus sugerencias”, como tiene que ser, porque, “La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas” (Albert Camús).
Esta plaza, pequeña y coqueta, un día tuvo su encanto, con unos frondosos pinos y unas esbeltas palmeras, con parterres bordeados de piedras esculpidas seguramente por miles de olas del mar, estéticamente muy parecida a la plaza de Sa Mora, solo que de su singular fuente el agua brotaba por la boca de una hermosa máscara de cabeza de león y remataban su estilizada silueta cuatro peces orientados a los cuatro puntos cardinales. Tengo vagos recuerdos del quiosco que también había. Total, que desde esta regresión en el tiempo, nos desplazamos al próximo futuro, convirtiendo un espacio público y abierto, primordial para el uso y disfrute de los ciudadanos, como debería ser una plaza desde la perspectiva de una ciudad que pretende cultivar los valores cívicos o urbanos, y que, con el pretendido nuevo uso, pasará a ser convertida básicamente en una planta fotovoltaica.

Antigua plaza de Sant Jaume de Manacor


La plaza ya fue remodelada y modernizada una vez. Se suprimieron el conjunto de parterres característicos por otros de hormigón y se cambiaron los pinos por sauces y chopos, pero, según veo en una fotografía, la plaza mantuvo su esbeltez ya que, con criterio, se conservaron las cuantiosas palmeras y también “Sa Font des Peixos” como era conocida popularmente. Desde la “Associació des Centre” planteamos la absoluta necesidad de construir estos y otros aparcamientos, por lo que tendría que hacerse una intervención severa en la plaza a causa del vaciado, pero pedimos que en lo posible se reconstruyera al estilo original. Fue curioso, porque, de entrada, desaparecieron las palmeras, que según nos dijeron habían ido a parar a una finca particular de un concejal. De todas maneras, el arquitecto optaba por un diseño más actualizado, condicionado también por la poca profundidad que tendría en el suelo para sembrar arbolado, así que aceptó la sugerencia de que entre los jóvenes nos pedían un lugar adecuado para celebrar sus actuaciones y conciertos. El desnivel y la acústica de la plaza eran buenos. Así que podía dejarse la parte alta para servicios, escalera, ascensor, etc., los laterales ajardinados y en la parte baja una amplia zona multiusos. El proyecto se aprobó, pero al poco tiempo un vecino ya había conseguido el cambio de ubicación del ascensor, que inicialmente debía instalarse al lado de la escalera frente a la calle Juan Lliteras, estropeando, con semejante mamotreto en medio, la utilidad total de la explanada. Otros, al ver que también se prescindía de “Sa Font des Peixos”, exigieron su inclusión y lo lograron, aunque con el cabreo del arquitecto, que entre unos y otros le echaron a perder todo el conjunto. Hay que decir que ya contábamos con levantar nuevamente la fuente, quizá desplazándola a la esquina de la calle León XIII con Vía Roma, donde el solar de Hacienda. Una fuente que también ya habían mutilado, pues le faltaba -entre otras cosas- la máscara de cabeza de león, nos dijeron que también localizada, aunque ya restaurada y como complemento de una fuente instalada en el jardín de la casa particular de un vecino “emblemático” que ya no está entre nosotros.
Pero los aparcamientos no pueden ser una excusa ahora, y si lo son, ya podemos hacernos a la idea de que la próxima parida mental de este equipo de gobierno será la instalación de placas solares en todo lo largo del Passeig de Na Camel.la y, “tanmateix, la present acceleració, desnaturalització i accentuació dels canvis en el camp tecnològic i en el medi natural, planteja, no ja una expectativa, sinó un desassossec; no la incertesa de si s’arribarà a viure una determinada situació o un determinat estat de les coses, sinó el temor que sigui inevitable passar per allò que s’anuncia, malgrat tenir ja una certa edat. El temor, per exemple, a ser a temps de viure la completa desnaturalització ambiental, social i humana” (Victor Gayà)
Los paneles solares han irrumpido en nuestras vidas como una solución definitiva, pero tampoco es así. No son la panacea. Una placa solar tiene una vida útil de entre 25 o 30 años aproximadamente, dependiendo de su mantenimiento, habiendo sido óptimo su potencia empezará a bajar a partir de los 15 o 20 años debido al desgaste de las células, y digamos que a partir de aquí, cada año que pase, más y más serán retirados del servicio módulos fotovoltaicos de vidrio y metal que pronto comenzarán a sumar millones, y luego decenas de millones de toneladas métricas de material, donde la mayoría de países del mundo las clasifican como basura de material industrial. Tendríamos que pensar entonces cómo eliminarlos o en su reciclaje para que no representen una nueva carga de residuos para las generaciones futuras.
Lo cierto es que, efectivamente, entre los seres vivos, el más estúpido es el ser humano, porque sabe lo que tiene que hacer y no lo hace y, por el contrario, hace lo que no debería hacer.

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