Entrevistas

Interesante conversación con el escritor, historiador e investigador Antoni Tugores Manresa (1ª parte)

Interesante conversación con el escritor, historiador e investigador Antoni Tugores Manresa (1ª parte)

“Puse en duda la afirmación de que habían retirado todos los cadáveres existentes en Son Coletes antes de construir el actual nuevo cementerio, preguntándome si en realidad pudieran haber sido tan competentes”

Antoni Sureda P.

En principio no tenía intención alguna de escribir unas líneas destinadas a la presentación de Antoni Tugores Manresa. Estoy convencido de que, a excepción de algunos recién llegados a nuestra ciudad, posiblemente todos hemos leído alguno de los múltiples trabajos de nuestro invitado. No en balde Toni Tugores fue director de Manacor Comarcal, 7 Setmanari, corresponsal de algunos periódicos y de Radio Nacional de España. Todo ello sin olvidar su faceta como escritor, historiador e investigador, tanto en temas tan dispares como la cocina mallorquina, y otros relacionados con la recuperación de la memoria histórica, entre cuyas obras destaca “La Historia Robada”, del Alcalde Republicano Antoni Amer “Garanya”, fusilado en Son Coletes al inicio de la Guerra Civil.

– Toni, dentro de la tristeza que envuelve todo lo relacionado con los represaliados y fusilados sin juicio previo en Son Coletes al inicio de la Guerra Civil, entiendo que cabe una cierta satisfacción en el hecho de que se hayan encontrado restos de quienes allí fueron enterrados amontonados en las fosas comunes…

– Cuando empecé la investigación sobre lo ocurrido en Son Coletes al inicio de la Guerra Civil, no tenía todavía las fotografías que han sido decisivas para encontrar las fosas en que habían sido arrojados las personas que allí fueron fusiladas. Así y todo, pese a no disponer de las fotografías aéreas que como he dicho, han sido decisivas para encontrar los restos, disponía de una información oral sobre la represión en Manacor, no solo del bando de los represaliados, sino también y en mayor medida de testigos del llamado bando nacional. Estos sí sabían del lugar, porque pudieron regresar vivos a sus casas.

– Entiendo que fueron los del bando nacional quienes mejores referencias pudieron darte. Los republicanos que conocieron lo que allí pasó, quedaron enterrados en el lugar, y los que sobrevivieron a la purga, recibieron las pocas noticias que les llegaban distorsionadas por el miedo y la muy poca exactitud de sus informadores. En los años 1976 y 1977 hablé con algunos republicanos pertenecientes a distintos partidos de aquel Frente Popular que ganó las elecciones, y ninguno de ellos situó las fosas allí donde han sido encontradas… ¿Quién te dio las primeras informaciones verbales sobre su situación real?

– Recibí informaciones de diversas fuentes. Una de las personas que me facilitó mucha información fue l’Amo Antoni Duro, que en aquel tiempo trabajaba como carretero acudiendo a las graveras para cargar el material a transportar. Por las mañanas veía lo que había ocurrido en la noche anterior. L’amo Antoni no era un hombre al que le gustase hablar del tema. Había que sacarle las cosas un poco forzado. También cabía tener en cuenta la información generalizada en la ciudad sobre lo ocurrido en Son Coletes. Con todos los diversos datos obtenidos, solo faltaba encontrar el terreno inicialmente de propiedad municipal que en 1820 fue adquirido para enterrar a los que murieron a causa de la peste bubónica de aquellos años. No fue una tarea fácil, ya que el cementerio del siglo XIX, era una sexta parte del actual cementerio de Son Coletes.

– ¿Tuvo algo que ver en tu búsqueda llegados a este punto, la fotografía aérea tomada en el año 1942?

– No disponía todavía de la fotografía aérea. La tónica general de todas las personas con las que hablé, el único dato fijo y coincidente que recibí, era que las fosas estaban situadas entrando al cementerio actual a mano izquierda.

– Una digamos no exacta situación de las fosas, también me la dieron a mi al preguntar por ellas, dado que mis informadores las situaban más a la izquierda y más cerca del actual camino de acceso, señalándome un árbol existente en el lugar, desde donde supuestamente los tiradores disparaban a los detenidos por ser republicanos y partidarios del gobierno municipal de izquierdas… ¿No recibiste nunca una información en este sentido?

– Hace unos años se hizo una cata cerca de donde señalas, pero no se encontró nada. Por mi parte y después de darle muchas vueltas al tema, tuve claro que lo primero que debíamos averiguar, era la situación exacta de la antigua propiedad municipal o cementerio usado para enterrar a las víctimas de la peste bubónica de 1820, del que sabíamos que su extensión era de 60 x 60. En el dibujo de Andreu Llodrà, seguramente hecho de memoria, daba la impresión de ser un terreno de muy reducidas dimensiones. Nunca he visto una fotografía de principios del siglo XX del cementerio en cuestión.

– ¿Fue la fotografía aérea de 1942 la única clara referencia del lugar en donde se podían encontrar las fosas comunes?

– Terminó por serlo gracias al punto negro visible en la foto, que comprendimos nos señalaba el punto exacto en donde se situaba la cruz de hierro en memoria a los allí enterrados. A partir de este punto, debo agradecer a Antoni Sureda Vicens el que me ayudara en la búsqueda de la ubicación exacta del antiguo cementerio de Son Coletes. Fue el nuestro un trabajo en que nos ayudó en gran medida a ir repasando acta por acta todos los libros municipales de la época y de años anteriores a la guerra civil.

– Así pues, ¿encontrasteis alguna referencia que os ayudara en vuestra investigación?

– Una de las referencias que nos ayudó en gran medida fue el conocer que en los años 20, concretamente el 15 de octubre de 1922, el Ayuntamiento de Manacor decidiera plantar en el centro del improvisado cementerio en recuerdo de las victimas de la peste de 1820, enterradas en aquel lugar, la cruz de hierro de la que hablaba antes. Luego también fruto de la desclasificación de los documentos en Estados Unidos, conseguimos una fotografía obtenida por un aviador americano del mismo lugar en 1956, en la que pudimos identificar el lugar exacto en donde estaba colocada la cruz.

– De todas formas, el nivel del terreno no era el mismo…

– Este fue en principio uno de los problemas con el que se toparon los arqueólogos. De entrada dábamos por bueno el nivel actual del suelo, cuando en realidad el nivel original del lugar estaba prácticamente a tres metros de profundidad. Una vez llegados al nivel original del terreno, el trabajo pudo centrarse en limpiar el entorno de las fosas o sequias, en donde fueron lanzados los cuerpos de quienes fueron fusilados en el mismo lugar.

– Tres metros de profundidad son un buen camuflaje, con el añadido de las zanjas paralelas a las tumbas individuales de las víctimas de la peste…

– Sólo se ha encontrado una excepción a esta forma de enterramiento. Se dio un caso en que las tumbas de 1820 estaban tan cercanas unas de otras que al abrir la zanja entre ellas invadieron dichas tumbas y a consecuencia de ello se han encontrado mezclados huesos correspondientes al siglo XIX y otros de la represión de 1936. Por otra parte, debemos tener en cuenta que al construir las actuales criptas, removieron y se deshicieron de gran parte de los restos que había allí enterrados. En algunos casos se dio la circunstancia de dejar medios esqueletos cortados o bajo los escasos cimientos de las paredes de las criptas que se construyeron, como tumbas elevadas partiendo del suelo original, que como he dicho anteriormente se encontraba tres metros por debajo del actual. Una vez construidas todas las criptas, el espacio entre ellas fue rellenado con escombros o grava procedente del terreno.

– Escuché comentarios que creo también te llegaron, referentes a que al iniciar la construcción del nuevo y actual Cementerio Municipal, se dieron órdenes tajantes de limpiar todo el solar municipal de los enterramientos anteriores… ¿Qué pudo ocurrir para que no se cumplieran estas órdenes?

– También a mi me insistieron, asegurándome de que habían limpiado los restos de antiguos enterramientos y me añadieron que no encontraría resto alguno. Puse en duda la afirmación de que habían retirado todos los cadáveres enterrados en Son Coletes antes de construir el actual cementerio, preguntándome si en realidad pudieran haber sido tan competentes como para cumplir a rajatabla la orden recibida. Pensé que, dada la reconocida competencia tan ‘a la española’, algo podrían haberse dejado sin recoger.

– ¿Crees posible que la construcción del nuevo Cementerio partió de la intencionalidad política de ocultar lo que allí había ocurrido 20 años antes?

– Creo que tuvo mucho que ver, y pienso que estaban bien seguros del trabajo de limpieza realizado, dado que por añadidura y ante la posibilidad de algún fallo en la limpieza, colocaron tres o más metros de relleno, creyendo que nadie se empeñaría en escarbar hasta esa profundidad para buscar a las personas que fueron fusiladas. De hecho, una señora me aseguró que el sitio exacto de los enterramientos era bien visible antes de iniciar las obras del nuevo cementerio porque la tierra había cedido. Limpiaron el espacio correspondiente a cada una de las nuevas criptas, pero dejaron sin tocar los espacios intermedios entre ellas.

– ¿Cómo se te ocurrió centrar tu búsqueda en torno a la cruz colocada entre los fallecidos por la peste y otras epidemias?

– Partimos de la suposición de que las personas fusiladas eran enterradas en terreno público y no en fincas particulares. Tanto la fotografía de 1942 como la de 1956, nos ayudan a encontrar el centro del terreno propiedad del Ayuntamiento. Entre las dos fotografías, tuvimos claro por donde transcurría el camino y la orientación del solar municipal.

– Tras esta campaña de excavaciones ya finalizada… ¿Qué queda por hacer ahora?

– Hay que reconocer que vivimos tiempos muy inciertos y por un lado no tenemos la certeza de poder encontrar más cuerpos de los represaliados, y también puede que con la situación económica que nos aguarda, se pueda conseguir una consignación económica para poder continuar con estos trabajos, en los que el Ayuntamiento de Manacor ha colaborado en todo lo posible con el equipo de Atics, dirigido por Cesc Busquets. Por lo que respecta a los cuerpos encontrados, falta ahora el trabajo de los forenses para intentar identificarlos, conocer su edad y su ADN, por si sus allegados que puedan quedar los reclaman para darles digna sepultura en sus tumbas familiares.

(Continuará…)

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