
«Perlas y Cuevas», per Miquel Mas
Este no es un artículo pensado para el “Manacor Comarcal”, sino el que me pidió Toni Ferrer para poder incluirlo en el último número de la revista Perlas y Cuevas. Pienso que unas palabras de solidaridad y de consideración por mi parte hacia la revista tampoco merecen tirarse a la papelera a no ser que exista una justificación. El artículo, como podrán leer, es inocuo e intrascendente, como no podría ser de otra manera en mi caso, por lo que, ya que estaba solicitado, también escrito y enviado pero no publicado, he decidido hacerlo yo particularmente desde mi espacio habitual como mínima aportación al acontecimiento.
Larga Vida
Larga Vida para la revista Perlas y Cuevas. Y no dudo que la tendrá a pesar de que su director, Toni Ferrer, considera terminada su singladura que ha durado sesenta años (más tres, por imperativos pandémicos) después de adentrarse en un mar de incertidumbres para una publicación de marcado interés cultural, sin menospreciar el periodismo cotidiano local, intentando mantener un equilibrio entre la información veraz y la denuncia racional en una población, la nuestra, harto difícil para lograr un cierto grado de comprensión y aceptación. Y Larga Vida precisamente porque estos sesenta y tres años de nuestra historia que se recogen en una treintena de volúmenes, fueron cedidos por veinticinco años -espero que los aprovechen- al Ayuntamiento de Manacor para su digitalización y para que redunde en beneficio de estudiosos, investigadores y otros historiadores.
No he sido nunca colaborador de la revista, por eso se lo recordé a Toni cuando me invitó a escribir unas palabras en este número extraordinario que pretende ser de despedida. En su buen hacer y bien decir Toni me aclaró que “pude haberte llamado antes, pero entre publicaciones procuramos respetar la fidelidad de nuestros colaboradores…”, en referencia a que yo -aunque irregularmente- siempre he venido publicando en el ahora “Manacor Comarcal” desde cuando aún era el “Arriba” que dirigía Juan Riera, salvo en contadas excepciones.
Yo nací en 1948 y por eso puedo recordar, siendo adolescente, a Don Baltasar Pinya caminando cuesta arriba por la calle Artá (yo vivía en la calle Santo Cristo) hacia la parroquia de Los Dolores. Lo recuerdo ya mayor y bastante descuidado en su aspecto, cabizbajo y diría que ensimismado en sus preocupaciones y en sus quimeras que naturalmente yo desconocía. El recuerdo es muy fugaz, pero aquella nueva revista “diferente” que se publicaba la relacioné durante mucho tiempo directamente con la autoría de Rafael Ferrer Massanet, con quien tuve, más adelante, algunas esporádicas conversaciones, sobre todo debido a su particular interés -y el mío- por tratar de encontrarle una explicación comprensible a las leyendas urbanas sobre lo acontecido durante la guerra civil, al comportamiento de la población cuando el desembarco de Bayo, y el por qué se desató una tan inaudita venganza entre vecinos: “Si estas paredes pudiesen hablar…” me decía un día desde un rincón de Sa Bassa sobre las dos de la madrugada, cuando yo me retiraba y él me decía que como en otras muchas noches no podía conciliar el sueño. Su empeño parecía que era el tratar de entender cómo había ocurrido todo, y por ello cabía meterse en la piel del otro, hasta el punto de seguirle la pista a Bayo hasta su tumba en Cuba y aclararme que el Conde Rossi ni era conde ni era Rossi, sino un matón, vividor y mujeriego que, aparte de abrir la veda -“tutti fucilati”- contra quien fuera, tuvo que dejar preñadas a algunas mujeres de por aquí, puesto que fascinadas por su indudable personalidad arrolladora “hacían cola” -dijo- para acostarse con él. Aunque esto ya es otra historia.
Pero bueno, también estaría bien remarcar el carácter didáctico y conciliador de la revista ante el advenimiento de la nueva democracia. Y lo digo porque me consta la complicidad que existió entre Rafael Ferrer y Llorenç Mas. El periodista y el alcalde supieron en todo momento mantener las formas y discreción oportunas, sobre el cómo se fraguaron los famosos Pactos de Son Brun y el porqué de la prematura dimisión de Llorenç.
Y grande fue también la polémica, con escrache incluido en el domicilio particular del periodista y la solicitud del Institut de la Dona del Govern Balear para que fuera retirada la publicación, por un reportaje fotográfico de “Aline i es Dimoni Gros”. No creo que en ningún momento desde la revista nadie quisiera dañar a las mujeres en su integridad con un artículo ingenioso y con fina ironía sobre a qué diantres debían referirse las nunca sabidas tentaciones de Sant Antoni. Algunos lo encajaron mal, como las viñetas de Jaume Ramis del Santo Cristo dándole la mano a la Sirenita. Otras publicaciones de tirada nacional tenían cera del Corpus.
Historia, periodismo, anécdotas… Otros mejor cualificados que yo se encargarán de enumerar y de loar las virtudes de la revista Perlas y Cuevas. ¡Larga Vida!








