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SIN RODEOS: El gasto en Defensa o cuando el Servicio Militar obligatorio

Han transcurrido muchos años desde que en España el Servicio Militar -la popular “Mili- dejó de ser obligatorio. Han cambiado muchas, muchísimas cosas durante los cuarenta y tantos años de la actual era democrática, unas para bien y otras para mal. En este último grupo incluyo la supresión del Servicio Militar, que derivaba en que España tuviera un ejército de muchos miles de soldados prestos y dispuestos siempre a defender la Patria en el caso de haberse producido una necesidad que, a Dios gracias, no se ha dado en los últimos cuarenta años.
Muchos de esos soldados llegados de todos los pueblos de España, se enfundaban el uniforme y cargaban con el petate por obligación, que no por convicción. Sin embargo, otros, lo hacían por devoción, como era el caso de los miles de voluntarios a la “Mili”, adelantándose a la llamada a filas, que se registraba a los 21 años. Los voluntarios, como fue el caso de quien suscribe, incluso, firmaban por dos años, mientras los forzosos eran licenciados a los 16 meses.
Nadie, del género masculino, se libraba de cumplir el Servicio Militar, con algunas excepciones como podían ser los hijos de viudas o de padres jubilados en según qué casos. Tampoco ingresaban a filas jóvenes con minusvalías o los “estrechos de pecho”. Claro que, en aquellos tiempos, es posible que muchos contrarios a alistarse, se libraran del Ejército porque “lo tenían bien” con alguien. Después, años más tarde, se respetó a los objetores de conciencia, que cumplían la “Mili” ajenos a las armas, bien en Cruz Roja u otras organizaciones similares.
Ahora, el Servicio Militar es una profesión, los/as soldados son profesionales, lo cual está bien siempre y cuando los efectivos sean suficientes para afrontar con garantías un eventual conflicto armado. También estoy de acuerdo en que las mujeres puedan ser soldados. Faltaría más…


No obstante, si he citado que suprimir el Servicio Militar obligatorio fue, según mi punto de vista, una decision “para mal”, reside en que no había distinciones en los varones de cuerpo más o menos sano, fueran delincuentes habituales, drogadictos, gamberros, alteradores del orden público… Todos eran obligados a mantener un alto nivel de disciplina y esforzarse en cumplir las obligaciones militares, con agotadoras jornadas de instrucción, prácticas de tiro, maniobras… Y el que se rebelara, al calabozo.
Total que, al acabar la “Mili”, la mayoría de licenciados había dejado atrás sus nada loables vicios juveniles para integrarse de nuevo en la sociedad con una normalidad que no hubiera sido posible sin haber sido soldados. La “Mili” les había hecho hombres. Algo que continuaría con tan importante ventaja para el bien de muchos jóvenes y de la sociedad en general. Pero ahora el Servicio Militar no es obligatorio.
Además, es muy posible que la millonada que el Gobierno destina a Defensa, un gasto al que España está obligada como socio de la OTAN, no hubiera tenido que llegar a tanto con el Servicio Militar obligatorio.

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