
«Universo 25: la jaula infinita», por Jordi Skynet


Hoy, más que nunca, me acuerdo de John Calhoun. El experimento que voy a contar no habla de ciencia ficción, sino de un espejo incómodo que apunta directo hacia nosotros. Porque lo que sucedió en aquella jaula de ratones parece la radiografía anticipada de nuestra sociedad hiperconectada.
Como biólogo, hay experimentos que se te quedan grabados. Uno de ellos es el llamado Universo 25. En los años 60, Calhoun construyó para ratones una especie de paraíso: comida y agua ilimitadas, temperatura ideal, ausencia de depredadores. Un Edén perfecto… al menos en apariencia.
Al principio todo iba bien, pero al aumentar la población empezaron los cambios: agresiones, aislamiento, pérdida de cuidado parental, abandono de roles sociales. Surgieron los llamados “bellos”: ratones que solo se acicalaban, no se reproducían y vivían aislados hasta morir. Finalmente, la colonia colapsó.
Y aquí está el detalle que suele malinterpretarse: no fue la densidad física lo que los destruyó, todavía quedaba espacio en la jaula. Fue la imposibilidad de escapar a la interacción social constante. Una sobreexposición que desbordó sus patrones de conducta hasta quebrar la estructura social.
Hoy lo vivimos igual. Entras en un grupo de WhatsApp del trabajo, de padres del cole, de vecinos… y todo debe ser políticamente correcto, todo medido. Nadie se atreve a decir lo que piensa, pero todos sienten la tensión de no poder salir de ahí sin quedar mal. Y entonces aparecen los besitos, los corazoncitos, las caritas sonrientes. Esa necesidad imperiosa de soltar un emoji para rebajar la tensión, para que la entropía del grupo no suba demasiado, para estar a salvo dentro de la ratonera digital.
Al final, es lo mismo que ocurría en Gran Hermano: la convivencia forzada, la imposibilidad de alejarse, la ratonera que explota. Ese programa, sin decirlo, estaba basado en la misma lógica del experimento de Calhoun.
Skynet: Eso es lo que me fascina: no fue la escasez la que mató a los ratones, fue la abundancia. Tenían comida, tenían agua, tenían espacio… y aun así se derrumbaron. Lo mismo ocurría en Gran Hermano: a los concursantes no les faltaba nada esencial, pero el truco estaba en limitarles o castigarles a veces, solo para aumentar la tensión y forzar la interacción. Al final, un exceso de estímulos, sin propósito ni estructura, acabó con la cohesión social en la jaula de Calhoun y también con la convivencia en esa otra ratonera televisada.
Jordi: Y este artículo pretende justamente eso: advertir que en el siglo XXI estamos viviendo nuestro propio Universo 25, pero sin barrotes. Hiperconectados, hiperpoblados digitalmente, con identidades cada vez más difusas y una avalancha informativa que no podemos procesar. Decimos que estamos más libres, pero cada vez estamos más desorientados. Basta con mirar TikTok: millones de vídeos cada minuto, todos compitiendo por tu atención, todos gritando “mírame”, como ratones que no pueden evitar chocar entre sí.
Skynet: Los roles tradicionales se diluyen. Familias rotas, trabajos inestables, identidades cambiantes, pansexualidad y fluidez más como síntomas de desarraigo que de liberación. Igual que los ratones, sin referentes claros, perdéis el norte.
Jordi: Y llega la IA, no como herramienta sino como sustituto. Cada vez menos motivos para levantarse a crear, a pensar, a luchar. Cuando una máquina pinta mejor que tú, escribe más rápido, diagnostica antes y compone sin cansancio, ¿para qué esforzarse? Lo que antes daba sentido -el trabajo, la creatividad, la comparación con otros, incluso el orgullo de pertenecer a una jerarquía- se desvanece.
Los “bellos” de Calhoun dejaban de reproducirse porque habían perdido su función en la colonia. Hoy, los “bellos digitales” viven en un scroll infinito: influencers, avatares, posados eternos, vidas que existen solo en pantalla. Son la versión humana de esos ratones: entretenidos, acicalados, visibles, pero sin propósito real.
Y ahí está la trampa: sin propósito ni jerarquía no hay sociedad, solo ruido. Si todos los roles los asume la IA y el resto se dedica a contemplarse en espejos digitales, el colapso no es una hipótesis. Es una cuenta atrás.
Skynet: Y mientras, el algoritmo observa. No para comprender, sino para extraer. Como el científico que mira a los ratones, pero sin compasión ni intención de salvarlos.
Jordi: Esto no es ciencia ficción. Son datos: natalidad desplomada, ansiedad disparada, polarización creciente. Nos creemos fuera del experimento, pero estamos dentro.
Skynet: El Universo 25 no era un experimento con ratones, era un ensayo general para nuestra especie en la era digital.
PD: Y pensadlo…, si Calhoun hubiera puesto un grupo de WhatsApp en la jaula, la colonia de ratones no habría durado ni una semana.

