
La decisión del tenista manacorí, Rafel Nadal, de “aparcar” el tenis de competición hasta 2024, ha causado todo un revuelo mundial. Medios de comunicación de todo el planeta han encendido las alarmas, algunos con pronósticos tan drásticos que citan la inminente retirada de Nadal, y poniendo en duda que el ganador de 22 Grand Slams vuelva a la competición oficial como él ha anunciado para 2024, es decir, el próximo año, dejando claro que no se retira, que su intención es dedicar lo que resta de año a recuperarse totalmente de la lesión sufrida el pasado enero en el Open de Australia y lograr la mejor puesta a punto para afrontar con garantías la próxima temporada en el comienzo del próximo año, o puede que en diciembre del actual.
Nadal ha declarado que no pone fecha a su retirada, aunque podría ser el próximo año, pero quiere retirarse en las pistas, compitiendo, y no ahora por la lesión.
Es verdad que el mejor tenista de la historia ya tiene 36 años, lo que en un deportista de élite que lleva tantos lustros machacándose y dándolo todo en los torneos y en los entrenamientos son muchísimos días de esfuerzos físicos y mentales. No es de extrañar, por tanto, que las prestaciones bajen con los años. Sin embargo, han sido varias las veces en que algunos medios han dado a Rafel Nadal por finiquitado, anunciando su inminente retirada, a lo que el tenista ha respondido volviendo a la competición y ganando torneos uno tras otro, como cabe esperar que ocurra de nuevo en esta ocasión, porque el tenista de Manacor, como se ha publicado muchas veces en las portadas de los medios informativos de medio mundo, es una especie de extraterrestre, y cuyo techo es imprevisible.
Nadal, incuestionable e incuestionado rey de la tierra, este año no ha podido estar en su hábitat. Se ha perdido la temporada de tierra batida europea, desde el Masters 1000 de Montecarlo hasta su torneo fetiche, Roland Garros, el Grand Slam de París que ha ganado en catorce ocasiones, pasando por los torneos de Barcelona, Madrid y Roma. El mundo del tenis no concibe un Roland Garros sin la presencia de Nadal, que este año solo estará representado por la estatua que le dedicó la Organización del evento.
Puede que Nadal se retire el próximo año, pero, de ser así, será en las pistas, compitiendo, y no mientras esté en el dique seco por una de tantas lesiones que en total le han impedido jugar durante unos cuatro años.
Que Nadal volverá, que nadie lo ponga en duda. Siempre vuelve dispuesto a ganar títulos y nunca para desemperñar un papel de comparsa.








