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Ses Coves des Pirata, un auténtico tesoro (1ª parte)

Una plácida excursión marítima a bordo de una de las golondrinas que cubren el trayecto Porto Cristo-Cales de Mallorca, ofrece disfrutar de los muchos lugares de una peculiar belleza, de naturaleza agreste y rocosa de este fragmento sur del levante manacorí, que además, se prolonga bajo un subsuelo que alberga auténticos tesoros como son sus espectaculares cuevas, una de las cuáles es conocida como “Cova del Pirata”, en la que nos vamos a centrar en este reportaje.
La Cueva del Pirata, o Cuevas del Pirata en plural, reciben su nombre por un suceso ocurrido en 1760, cuando unos piratas atacaron el predio de Son Forteza, del término municipal de Manacor, y secuestraron al amo con el fin de pedir un rescate, cuyo desenlace contaremos más adelante con todo detalle.

El Lago Victoria, de 70 metros de largo por 21 de ancho


Las Cuevas del Pirata, según Pedro Estelrich


La Cova del Pirata es un conjunto de cavidades naturales de unos 800 metros de longitud, que se encuentra junto a Cala Falcó, en la finca de Can Fresquet, a la izquierda de Cala Varques, según miramos hacia el mar. Conocida desde la antigüedad, consta de varias salas con estalactitas y estalagmitas, y con lagos de aguas salobres.
La cueva fue acondicionada, hace años, para su explotación turística colocando en su interior bancos y escalones labrados en piedra. La cueva tiene múltiples salidas al exterior, tanto por la superficie como por el mar. Exploraciones subacuáticas han localizado una galería inundada que comunica la Cueva del Pirata con la Cova des Pont, que tiene una extensión de 1.075 metros.
La Cueva del Pirata, junto con una treintena más de cavidades naturales de Balears, fue declarada Zona de Especial Conservación (ZEC) en el Plan de Gestión Natura 2000 de Cuevas del Govern, motivo por el cual no está permitido el acceso público y se necesita de un permiso especial para entrar por motivos justificados, como por ejemplo, estudios o trabajos de espeleología.

Pedro Estelrich Fuster, natural de Santa Margalida, agrónomo detector de la filoxera en Mallorca, fue el primero en redactar una de las pocas guías turísticas de la espeleología en las islas. Editó un pequeño libro sobre la gruta del Pirata, la que consideraba como segunda mejor de Mallorca.
La afamada periodista Laura Jurado, en un documento actualizado en julio de 2014, califica a Estelrich como “el Dante de la espeleología”, y dice de él que “en 1897 hizo su primera incursión en una nueva disciplina científica, la espeleología, que le llevó a recoger en un folleto de 31 páginas la historia del descubrimiento y acondicionamiento de las Cuevas del Pirata de Manacor, inauguradas en septiembre de aquel año, coincidiendo con la Exposición Agrícola y de las Ferias y Fiestas de la localidad”. Y añade Jurado que “la obra forma parte del conjunto de guías para visitantes con las características de la literatura romántica del siglo XIX y principios del XX, tan frecuente en nuestro país, aunque con escasas referencias al mundo subterráneo, según señala el arqueólogo y prehistoriador Josep Fernández Piris, que afirma que Estelrich intuía ya la unión de unas siete grutas en el predio de Son Forteza, que hoy se confirman como un amplio sistema subterráneo de 3.020 metros de recorrido y una superficie de cinco mil metros cuadrados”.
Como ya queda dicho, para Estelrich, las Cuevas del Pirata debían ocupar el segundo puesto en importancia entre las cuevas mallorquinas por detrás de las de Artà, pero por delante de las del Drach. Su propuesta de recorrido no era por itinerarios, como acostumbraban los guías de este tipo de cuevas en el siglo XIX, sino que planteaba un paseo visual a través de las distintas salas, en las que destaca los elementos más señalados. La joya de la caverna, para Estlrich, era el lago Victoria, de 70 metros de largo por 21 de ancho, descubierto de forma casual durante las labores de acondicionamiento para su apertura turística.
El Cenador de las ninfas y su “techo estriado”, El Tiburón “que ojo abierto vela para que se cumplan las órdenes de los dioses que presiden la gruta”, el Purgatorio o pasaje del abismo, “una enorme grieta que podía causar la caída al viajero”, eran algunas de las estancias que, cual Dante en su bajada a los infiernos, relata Estelrich en su guía.
Además de intentar, sin pretensiones científicas, entender la formación de estalactitas y estalagmitas, el agrónomo de Santa Margalida daba todos los detalles para su visita turística, entonces un tour guiado a 7’50 pesetas para un grupo de cinco o seis personas.
Dado el interés descriptivo que Pedro Estelrich hace de las Coves del Pirata, en un próximo reportaje reproduciremos y comentaremos algunos fragmentos del texto del folleto editado en 1897 con motivo de la inauguración de las visitas a las cuevas, para así tener una información más detallada de las mismas.

Portada de la guía editada por Estelrich
Foto que ilustra la segunda edición de la guía de Pedro Estelrich

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