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OPINIÓ MIQUEL MAS: Empresarios y mediadores

En estos días pasados ha sido noticia Antonio Garamendi, actual presidente de la CEOE, que hasta ahora cotizaba como falso autónomo y ahora pasará a estar en nómina de la organización con una remuneración de casi 400.000 euros limpios de polvo y paja.
Este “hombre de la pradera” -como diría el inefable Chiquito de la Calzada-, patrón de patrones, oligarca por sí solo y a su vez representante de los demás oligarcas españoles, -que también los tenemos-, se ha sentido vilipendiado y escarnecido por la tropa de plumillas y de asalariados que mordemos la mano que nos da de comer, porque todos hemos osado cuestionar la presunta incompatibilidad entre presidir un cargo representativo y a la vez cobrar como trabajador de la misma representada de la cual también forma parte interesada y, además, por un sueldo nada despreciable siendo treinta veces superior al salario mínimo interprofesional que él mismo se negó a negociar por ser inasumible para las empresas.
El hombre se ha sentido ofendido y ultrajado en su persona “como la chica que es violada por llevar minifalda”. Antonio Garamendi será muy buen empresario, pero ha demostrado no tener dos dedos de frente al acudir a esa clase de comparaciones, por cierto, su falda es más bien larga: heredero de un imperio empresarial de tercera o cuarta generación y otros negocios familiares diseminados por entre pequeñas y medianas empresas, Consejerías de Administración y Asesorías a grandes corporaciones. Su actividad empresarial se centra mayormente en los sectores del metal, construcción, inmobiliario, seguros, hostelería y como accionista en distintos negocios. A todo ello hay que sumar varias distinciones honoríficas como la Gran Cruz del Mérito Militar, que a saber los favores que le deben los militares y la Guardia Civil.
Con semejante pedigrí tampoco es de extrañar que fuera elegido representante de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, o sea que de toda clase de emprendeduría que pueda moverse en este país y “aledaños” ya que la fortaleza de nuestras empresas trasciende el territorio nacional al “verse obligadas” a tener que afincar sus sedes sociales en otros países que practican un “bullying” empresarial ofreciendo mayores ventajas fiscales o, también, a establecerse en paraísos “ídem” directamente.

Antonio Garamendi


Y, ¿a santo de qué estos empresarios que se las saben todas necesitan asociarse y contratar entre ellos a un presidente o un representante -aunque dudo de su legalidad al percibir un salario como falso trabajador autónomo-, si no es mayormente para negociar convenios con los Sindicatos y paquetes de subvenciones y rebajas fiscales con el Gobierno? Ya ven como se han negado ahora mismo a una revisión del salario mínimo interprofesional y como después de embolsarse los penúltimos mil millones -porque seguramente tiene que haber más- Ferrovial anuncia que se establecerá en Países Bajos por cuestiones de presión fiscal y juridicas y como Antonio Garamendi ha saltado enseguida a la palestra para defender a su representada.
Y si en esta ocasión la actuación ha sido a través de un mediador asalariado por parte de una organización empresarial oficial en otros casos que han saltado a la actualidad se ha demostrado que eran simples pelotazos de aficionados que han pillado donde otros debían tener licencia de caza y esto tampoco se perdona. La mediación siempre ha existido y la hemos venido llamando simplemente tener contactos. Por supuesto también existe el amiguismo y la prevaricación y si se fijan bien todo junto se complementa. Quien tiene contactos tiene una riqueza en comisiones. Estos individuos se mueven como anguilas por entre las aguas turbias y el fango. Tanto es así que, ahora que ya estamos en campaña preelectoral, los candidatos, aún sin saberlo, serán elegidos y colocados estratégicamente en puntos de salida convenientes por quienes en la sombra mueven los hilos del teatrillo de marionetas. Los aspirantes a cambiar el mundo por lo menos que sean dóciles, cuanto más ingenuos mejor. Dice Juan Galtán: “Creo que fue León Blum quien dijo que para saber la opinión que tiene Dios del dinero solo hay que ver a qué tipo de gente se lo da.”

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