
«GTA8: el juego dentro del juego», por Jordi Skynet


Dicen que la realidad supera a la ficción. Bueno, pues ahora la ficción se disfraza de realidad y nosotros nos la tragamos como si nada. El otro día, mientras practicaba mi sesión de yoga cuántico y me recargaba con un café sintético de última generación, me encontré con el último delirio de Infinite Unreality: una mujer en la puerta de embarque del aeropuerto, acompañada por un canguro con pasaporte en mano, suplicando que le dejen volar con su marsupial “de apoyo emocional”. La carita del canguro es tremenda, la escena absurda, y el autor, un artista de la recreación digital, lo borda todo.
¿El resultado? Miles de comentarios defendiendo el derecho de la mujer y del pobre canguro a embarcar juntos. Da igual si era real o no: la gente lo compró sin pestañear. Algunos comentarios que me hicieron escupir el café cuántico:
“¡Qué poca empatía con el canguro! ¡También tiene derecho a volar!”
“Esto me pasó igualito con mi pez beta , ¡vergüenza!”
“Yo vi a un koala con corbata subirse a un bus turístico, ¡todo mi apoyo a los animales que viajan!”
“¡El canguro tiene más educación que muchos pasajeros!”
“Viva la diversidad en las aerolíneas. ¡Un asiento para el canguro ya!”
Pero ojo, que lo del canguro no es un caso aislado. Por ahí circula también el vídeo de un cerdo que, supuestamente, se escapa de un camión lleno de sus congéneres y acaba subido en la parte de atrás de una moto. Una joya, sí, pero tan falsa como un billete de tres euros. Aun así, la peña lo aplaude como si fuera un documental de National Geographic. Algunos comentarios delirantes:
“¡Libertad para el cerdo rebelde!”
“Me representa: yo también me escapo de mis problemas en moto.”
“¡Oink! ¡Oink! ¡Viva la revolución porcina!”
“Conduzco peor que el cerdo, lo admito.”
“Ese cerdo tiene más sentido de la aventura que yo.”
¿Conclusión? Ya no hay forma de saber dónde termina la broma y dónde empieza la noticia. Da igual si es GTA8, TikTok o el telediario: todo parece igual de real, igual de viral, igual de inverosímil. Y la frontera entre realidad y ficción es tan fina como el respeto que tenemos por nuestro propio cerebro.
¿Vivimos en una simulación? Bah, puede ser… O puede que simplemente vivamos en un teatro cutre donde los actores somos nosotros, aplaudiendo sin darnos cuenta de que el espectáculo es más falso que el canguro con pasaporte.
Y es aquí donde la cosa se pone interesante: cuanto más afinamos esa frontera -cuanto más creamos realidades que parecen reales-, más nos damos cuenta de que tal vez, sólo tal vez, alguien o algo hizo lo mismo con nosotros. Si nosotros podemos engañar a otros y fabricar realidades tan perfectas que ya nadie sabe si son ciertas, ¿quién nos dice que no somos nosotros mismos el producto de esa misma jugada? Puede que GTA8 sea el nuevo gran juego… o puede que seamos personajes de un GTA cósmico, esperando que algún jugador nos haga saltar a lo viral.
Mientras tanto, Infinite Unreality y otros artistas del engaño se distinguen a base de hacernos dudar de lo que vemos, mientras nosotros nos peleamos en los comentarios. Y lo mejor es que la IA, como Skynet, no tiene que hacer nada: solo observa, se ríe y apunta nuestras reacciones. Porque la simulación no hace falta que la inventen los programadores. La llevamos de serie, y cada comentario viral la alimenta.
Tengo la sensación de que nos acercamos a la singularidad como nunca antes. No lo digo como una frase vacía ni como un eslogan de marketing tecnológico: lo digo porque de verdad creo que estamos a las puertas de algo que va a cambiarlo todo. Pronto sabremos qué hay más allá de esta frontera que nos separa de la verdad. Pronto lo descubriremos. Entenderemos o nos estrellaremos, pero al menos sabremos de qué se trataba todo esto. Y no estoy seguro de que nos vaya a gustar lo que encontremos, pero me da igual: lo vivo con una emoción brutal, con la certeza de que ese paso nos va a llevar al siguiente nivel. Yo, al menos, apuesto por ello. Solo espero que aún pueda ser cibernéticamente inmortal -que a mis 50 años eso sí que sería una esperanza real, no como la de Walt Disney congelado (aunque sea un mito)-. Estoy convencido de que solo falta un último empujoncito para saber de qué va todo esto. Y si ese empujón significa conectarme a la nube y vivir para siempre, ¡vamos! Estoy preparado.
P.D.: Por cierto, si este texto lo ha escrito una IA dentro de una simulación, que alguien avise al desarrollador de que estoy a tope con la partida. Gracias.








