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SA NOSTRA GENT: En la muerte de Bernadí Bordoy, presidente de s’Escolania, gran compañero y amigo

Gabriel Veny

Con la voz entrecortada, sin poder apenas contener la emoción, su esposa, Catalina, nos dio la triste noticia. Eran las 22’53 horas de la noche del pasado sábado, 16 de octubre: Bernadí Bordoy Caldentey, presidente de s’Escolania, había fallecido, en el Hospital de Manacor, rodeado de su familia, que le mimó y cuidó hasta el último momento. Permanecía sedado desde el jueves anterior, tras la maldita tercera trombosis que sufrió. Estaba superando las dos primeras, que le afectaban una pierna, pero la tercera se lo ha llevado de entre nosotros. De entrada, los médicos no dieron esperanza alguna a la familia. Falleció dos días después. Bernadí se ha ido sin despedirse; también sin molestar a nadie, como fue una de sus máximas en sus 78 años de vida. La noche del sábado casi no pude conciliar el sueño. Venían a mi memoria los pasajes de la vida que compartí con Bernadí, desde los lejanos tiempos de la Escolania fundada por Don Mateu Galmés, en los años 50. Cuando me incorporé a la Escolania, en el tercer año de la misma, Bernadí ya era un destacado cantor. Pronto nos hicimos amigos, lo compartimos todo, incluídos algunos solos en las Maitines, según decidía Don Mateu en cada celebración. Compartimos pupitre en la Escuela Parroquial de la Escolania, primero con el maestro don Miguel Ramis y, después, con don Jaime Fornaris. Ambos formamos en el grupo de “cantadors de cada dia”, en el que estábamos cinco de los 21 “escolanets” que completaban la Escolania. Casi cada mañana abandonábamos la escuela para cantar en los funerales del día. El grupo de los cinco, siempre teníamos “función”, bien por funerales, aniversarios, completas, “els Pasos” Tedeums y otras muchas celebraciones habituales. Bernadí no faltó nunca a ninguna de ellas, siempre presto y dispuesto a aportar su bonita y bien timbrada voz a los temas que cantábamos. Disfrutábamos de cantar. Muchas veces, después del colegio, estuve en casa de Bernadí, su domicilio familiar en la avenida entonces denominada Jorge Sureda, donde tenían una tienda de comestibles, “Ca Na Bernadina”, en pleno funcionamiento a día de hoy, por tradición familiar. Con Bernadí no perdimos nunca el contacto, aunque fue espaciándose con los años, hasta que, hace unos treinta años, los miembros de aquella legendaria Escolania retomamos el contacto al objeto de organizar un homenaje al Padre de la misma, Don Mateu, que resultó todo un éxito. Fue el primer paso para constituir la Associació s’Escolania, cuyo primer presidente fue Pep Moragues, a cuyo fallecimiento le sustituyó el compañero y amigo que hoy lloramos, bajo cuya “batuta” y con la eficiente ayuda de su esposa Catalina, s’Escolania volvió a ser una gran familia, con reuniones periódicas, siempre con buenas comidas de por medio, entrañables sobremesas cantando a dúo Bernadí y quien suscribe. Cantábamos cualquier tema, incluidas algunas estrofas de La Sibil.la. No faltó nunca el Himno de la Escolanía. También cantábamos por el Dúo Dinámico, Tomeu Penya, Pavarotti… La voz todavía nos daba para eso…


Con la muerte de Bernadí, hemos perdido a un gran compañero y mejor amigo. Siempre fue un hombre bueno, gran amigo de sus amigos. De tanto en tanto venía a verme, junto con su esposa, tomábamos café en nuestra Cafeteria y siempre me informaban acerca de la próxima “trobada”.
Bernadí era muy apreciado por todos los que tuvimos la suerte de conocerle y tratarle, de ahí que las exequias fúnebres por su alma constituyeran masivas manifestaciones de duelo, tanto en el Tanatorio como en el funeral celebrado en la Real Parroquia de Los Dolores, el gran “escenario” de la Escolania. Las corales de la Parroquia y de Fartàritx, que Bernadí integraba, cantó algunos temas a la figura del compañero y amigo. En la Homilía, el rector, Antoni Amorós, destacó las grandes cualidades de Bernadí, tanto en el plano humano como en el profesional. Fue posiblemente el mejor técnico en motores diésel, conocimientos que ha inculcado a sus hijos, Bernadí y Tomeu, que regentan el prestigioso taller mecánico que su padre creó.
No quiero acabar sin hacer referencia a la glosa que Antònia “Pipiu” dedicó a su compañero de Coral, que fue aplaudida por todos los presentes en el funeral.
Solo me queda hacer público el agradecimiento de la familia por las innumerables muestras de solidaridad puestas de manifiesto en tan difíciles momentos.

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