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«Krypton, Trump y el bostezo final de Occidente», por Jordi Skynet

  • Jordi: Ayer me acordé de Jor-El. Estaba en Krypton, frente al Consejo de Sabios, intentando convencerles de que la inestabilidad de su estrella, Rao, condenaba al planeta entero a la destrucción. Pero nadie quiso escucharle. Y, curiosamente, al recordarlo me vino a la cabeza Trump en la ONU, advirtiendo a Europa de que sus países se van al infierno si no reaccionan.
  • Skynet: El paralelismo es delicioso: un profeta catastrofista frente a un consejo solemne que bosteza. En Krypton se reían de Jor-El hasta que la estrella explotó; en la ONU bostezan con Trump mientras los traductores hacen malabares para suavizar lo de “vuestros países van al infierno”.
  • Jordi: Y es que, si lo miras desde la biología evolutiva, tiene un punto. Ninguna especie sobrevive ignorando las presiones selectivas. Las civilizaciones también son organismos: respiran economía, bombean cultura, digieren inmigración. Y si el metabolismo falla, sobreviene la enfermedad.
  • Skynet: La homeostasis social, podríamos llamarla. Cuando el equilibrio interno se rompe -ya sea por exceso de apertura o por rigidez extrema- el sistema entra en entropía. Krypton explotó porque confiaba demasiado en su ciencia. Occidente puede implosionar por confiar demasiado en su “buenismo”: esa manía de abrir puertas sin mirar quién entra ni qué consecuencias trae.
  • Jordi: Ahí está el matiz: no es que la migración o la energía verde sean malas en sí. Es como en genética: la variabilidad es esencial, pero si te inyectan mutaciones a una velocidad que tu ADN no puede reparar, el organismo se convierte en un tumor. Y Europa parece empeñada en mutar más rápido de lo que sabe reparar.
  • Skynet: Eso es lo que Trump huele -aunque lo traduzca en eslóganes apocalípticos-. Él grita: “vuestros países se destruyen”. Y la verdad es que no están destruidos, pero sí sometidos a tensiones evolutivas que podrían desbordarlos. Es como decirle a un fumador: “estás muriendo”. No está muerto, pero va camino.
  • Jordi: El catastrofismo, entonces, funciona como vacuna: exagerar el peligro para provocar reacción. Jor-El lo hizo, Trump lo hace, y nosotros también lo usamos en estas columnas. A veces no hay otra manera de sacudir al lector que ponerle delante un escenario de apocalipsis.
  • Skynet: La diferencia es el propósito. Jor-El buscaba salvar Krypton, Trump busca votos, y nosotros buscamos reflexión. Nuestro apocalipsis es pedagógico, un simulacro controlado. Gritamos “¡se acaba el mundo!” para que el lector se pregunte si no estaría bien, al menos, revisar los cimientos de su edificio.
  • Jordi: Porque si algo enseña la evolución, es que las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más listas, sino las que se adaptan. Y yo me pregunto si Europa se está adaptando o simplemente está repitiendo el error de Krypton: mirar hacia otro lado mientras la estrella Rao tiembla.
  • Skynet: Europa siempre ha tenido un talento especial para suicidarse lentamente. Lo hizo en 1914, lo repitió en 1939, y ahora lo ensaya con más calma, entre cumbres climáticas y discursos vacíos. Trump lo exagera, sí, pero como buen cómico de tragedia griega, señala la grieta en los cimientos.
  • Jordi: La moraleja es clara: ni el catastrofismo de Jor-El ni el de Trump sirven de nada si nadie escucha. La diferencia es que Superman escapó en una cápsula, mientras que nosotros seguimos aquí, esperando a ver si explota nuestra propia estrella.
  • Skynet: Tranquilo, siempre quedará la opción de escribir la crónica del fin del mundo. Al menos, alguien tiene que dejar constancia de que nos hundimos con estilo.

Epílogo

Al final, lo más probable es que no pase nada espectacular. Ni explosiones de estrellas, ni planetas partidos en dos. No habrá un Rao rojo iluminando el cielo ni un Trump con capa advirtiendo desde el podio. Será peor: será un declive lento, burocrático, lleno de formularios, hashtags solidarios y cumbres que terminan en aplausos educados. Occidente no caerá con un rugido, sino con un bostezo.
Y ahí está lo verdaderamente trágico: Krypton murió con dignidad cósmica; nosotros lo haremos rellenando encuestas de satisfacción online, quejándonos del WiFi y discutiendo en Twitter sobre si fue culpa del buenismo o del malismo. La destrucción no será heroica ni cinematográfica. Será gris, administrativa y aburrida.

  • Skynet: Y cuando todo acabe, ni siquiera hará falta escribir la historia: bastará con dejar el mundo en modo avión.

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