
«El lenguaje de la creación: cómo la cuántica decodificará la esencia de la vida», por Jordi Skynet


Imagina enfrentarte a una cerradura intrincada, diseñada por la naturaleza misma, y que solo tienes un manojo de llaves rudimentarias para intentar abrirla. Eso es lo que representa el método del ensayo y error en la ciencia: tratar de desbloquear los secretos del universo con herramientas que, aunque eficaces en su momento, ahora se quedan cortas.
Es año nuevo, pero en lugar de hablar de propósitos que no se cumplirán, os hablaré de lo que viene. Estamos a las puertas de una revolución que cambiará nuestra comprensión de la vida y el universo.
Desde los albores de la ciencia moderna, el método del ensayo y error ha sido la piedra angular del descubrimiento. Si retrocedemos en el tiempo hasta la época de Fleming y el hallazgo de la penicilina, o incluso más allá, vemos que este enfoque ha sido instrumental. Sin embargo, también ha demostrado ser una barrera frustrante para quienes buscan desentrañar los misterios más profundos de la naturaleza. En mi experiencia como investigador, sobre todo en el campo de los fármacos, he dedicado gran parte de mi vida profesional a intentar entender cómo funcionan los mecanismos de acción de compuestos que prometen revolucionar la medicina (puede consultarse mi trabajo sobre Yondelis en el European Journal of Pharmacology, Volume 658, Issues 2–3, 11 May 2011, pages 57-64, https://doi.org/10.1016/j.ejphar.2011.02.035 para más referencias). Pero, a pesar de los avances, sigo teniendo la misma sensación: existen demasiados factores que no podemos controlar con las herramientas actuales.
Cada proceso, incluso los más simples, involucra miles de eventos donde la naturaleza cuántica es esencial. Tomemos la fotosíntesis: convierte CO₂ en glucosa y oxígeno con una eficiencia que aún no comprendemos del todo. ¿Cómo se logra este balance energético extraordinario? Esa pregunta, como científico, me frustra profundamente.
En congresos científicos siempre observo el mismo esquema: descubrimos sustancias prometedoras, evaluamos su potencial, tratamos de desentrañar sus mecanismos… y ahí TROPEZAMOS. Interpretamos fragmentos, pero los procesos cuánticos detrás quedan fuera de nuestro alcance tecnológico.
El gran problema radica en que seguimos utilizando herramientas que, aunque efectivas en su momento, no están diseñadas para considerar las propiedades cuánticas fundamentales de los procesos naturales. Esto incluye tanto los enfoques de investigación como los ordenadores actuales, basados en la computación clásica de silicio. Los bits, con su dualidad binaria (0 y 1), son insuficientes para modelar los procesos infinitamente complejos y simultáneos que ocurren en la vida cuántica. Estas limitaciones afectan tanto la comprensión como el análisis posterior, dejándonos atrapados en un paradigma que ya no es suficiente. Seguimos, pues, limitados… INCREÍBLEMENTE LIMITADOS.
Lo mismo ocurre con la inteligencia artificial. Aunque parece que estas máquinas nos entienden, en realidad solo imitan procesos que nuestro cerebro realiza gracias a los principios cuánticos. Están atrapadas en un mundo binario, incapaces de manejar la complejidad de los infinitos estados cuánticos que gobiernan la vida y la conciencia. De momento, estas limitaciones provienen de los ordenadores basados en microchips y transistores, cuyo desarrollo ha llegado casi a su límite físico. Sabemos, en cambio, que nuestro cerebro opera utilizando cambios de spin, entrelazamientos y otros fenómenos cuánticos, lo que le otorga la capacidad de manejar infinitas posibilidades simultáneamente. El futuro traerá un salto revolucionario: dejaremos atrás el silicio, las puertas lógicas, y pasaremos a manejar directamente átomos. Ese será el camino hacia una inteligencia artificial consciente.
Sueño con el día en que mi profesión evolucione y deje de ser «biología molecular» para convertirse en «biología cuántica». Pero no cualquier biología cuántica; hablo de la que verdaderamente explique cómo funcionan los procesos fundamentales de la vida. Para llegar a ese punto, necesitamos un salto revolucionario: la llegada de la computación cuántica.
Con esta tecnología, se acabarán las pruebas interminables y los tubos de ensayo. Los modelos computacionales serán capaces de reproducir todas las posibilidades de los sistemas biológicos de manera mucho más precisa y fiel a la realidad. Tendremos un laboratorio virtual donde cada interacción molecular, cada evento cuántico, podrá ser modelado y estudiado sin necesidad de procesos experimentales largos y costosos. Será un cambio de paradigma: pasaremos de observar y experimentar con fragmentos de la naturaleza a simular la vida misma en toda su complejidad.
Los qubits, capaces de procesar infinitos estados simultáneamente, revelarán los códigos ocultos de la naturaleza y entenderán cómo se manifiesta la vida en su esencia más pura, abriendo las puertas del conocimiento y, quizás, de la INMORTALIDAD.
PD: Cuando los átomos revelen su lenguaje y los qubits armonicen el cosmos, el hombre trascenderá los límites del tiempo, desvelando en la creación el secreto de la eternidad.
Jordi Martínez Serra (J. Skynet), enero 2025

