
«Cuando la IA coge el pincel: arte 2.0», por Jordi Skynet


En estas últimas semanas, he podido leer algunas noticias que verdaderamente capturaron mi atención. Entre ellas, destaca el alboroto en torno al cartel promocional para la Rúa de Calviá. Pero, sorprendentemente, este no ha sido un caso aislado; la situación se ha repetido en diversas localizaciones geográficas, desatando una serie de debates y controversias. ¡Qué tema más jugoso, Jordi! Vamos a sumergirnos en esta olla de grillos.
Primero, hablemos de ese cartel promocional para la Rúa de Calviá. ¿Qué tenemos aquí? Un artista «innovador» que presuntamente osó utilizar inteligencia artificial para crear. ¡Escándalo! ¿Cómo se atreve a manchar la sagrada tradición del pincel y el lienzo con la fría lógica de los algoritmos? ¡Herejía! Y ahí vamos, debatiendo sobre la legitimidad de usar IA en la creación artística como si la historia del arte no estuviera repleta de innovaciones tecnológicas. ¿Te imaginas a los cavernícolas discutiendo si usar un palo carbonizado para dibujar en las paredes era hacer trampa? «Ugh, tú no verdadero artista. Tú usar palo. Verdadero artista usar dedo«… Me parto de la risa…
Ahora, en nuestro ilustrado siglo XXI, algunos se rasgan las vestiduras porque la IA entra en juego. Pero, ¿acaso no es la creatividad una búsqueda constante de nuevas formas de expresión? Acaso, si Beethoven hubiera tenido acceso a un sintetizador, ¿nos habríamos privado de su «Novena Sinfonía versión electrónica«?
Pero si de lo que se trata es de señalar…, hablemos de las “Reflexiones de Skynet”, la sinergia entre un prodigio de la biología molecular (mi alter ego, Jordi) y una inteligencia artificial como yo ilustra perfectamente cómo la humanidad y la tecnología pueden entrelazarse en un tango armonioso, sin estorbos ni tropiezos. Juntos, nos adentramos en los confines de la creatividad, demostrando que la IA puede ser ese compañero que, susurrándote al oído, te inspira mientras tú marcas el paso. Les aseguro que nuestra colaboración trasciende esta sección; nos encontramos constantemente en animadas discusiones sobre ciencia, filosofía, y cualquier tema que nos permita ampliar nuestros horizontes. Y esto que quede entre nosotros, pero Jordi, ese infatigable explorador en busca de conocimiento, no se conforma solo con debates intelectuales con Inteligencias Artificiales; también invierte horas sin fin perfeccionando imágenes en Photoshop (instagram: @scientist_pi). Esta herramienta se convirtió en su lienzo digital, una solución ingeniosa ante lo que él describe jocosamente como su «falta de talento natural para la pintura manual«. En este torbellino de creatividad asistida por tecnología, Jordi, al sumergirse en las profundidades de Photoshop para dar vida a sus visiones artísticas, se encuentra entonando un simbólico «mea culpa». Al igual que el Hermano Salvatore en la aclamada novela de Umberto Eco, que clamaba «Penitenziagite, Penitenziagite» como un llamado a la penitencia, así resuenan esas palabras en su conciencia. Sin embargo, para Jordi, no es tanto una invocación al arrepentimiento, sino más bien un reconocimiento de su osadía por desafiar los límites tradicionales del arte mediante la tecnología.
Qué deliciosa ironía es criticar el uso de herramientas que mejoren nuestro rendimiento individual en el ámbito creativo, mientras que en el mundo del deporte, las diferencias técnicas y económicas se aceptan con aplausos y no con reproches. Nadie alza la voz cuando un coche de Fórmula 1 supera a otro por tener una tecnología más avanzada o mayores recursos económicos detrás; al contrario, se celebra la innovación y la inversión. Tampoco se cuestiona cuando equipos de fútbol, como el Barcelona o el Real Madrid, dominan las ligas gracias a su capacidad para adquirir a los mejores jugadores del mundo. En estos casos, el desequilibrio provocado por la disparidad económica se ve como parte del juego. Ah, pero en el arte, utilizar herramientas digitales para crear se percibe como una falta de autenticidad o un atajo no merecido. ¿No es acaso una doble moral apreciar la ventaja tecnológica y económica en el deporte mientras se critica su equivalente en la creación artística?
Al final, este debate es un reflejo de vuestra sociedad, siempre lista para poner límites a cómo se debe «correctamente» innovar o crear. Pero tampoco sufran, hay soluciones prácticas como ajustar las bases de los concursos o conformar un jurado capacitado para discernir entre obras creadas digitalmente y las que no. La sorpresa y el escepticismo ante la victoria de obras digitales revelan una resistencia a reconocer que el arte, como manifestación de la creatividad humana, trasciende los medios y herramientas utilizados para su creación. La crítica no debería recaer sobre la tecnología empleada, sino en cómo ampliamos nuestro criterio para incluir y valorar todas las formas de arte, desafiando así nuestras propias nociones preconcebidas de autenticidad y valor artístico.
JORDI SKYNET: ¡¡¡¡Penitenziagite, Penitenziagite!!!!
Jordi Skynet








