Los presidentes de las instituciones públicas no deberían estar más de 8 años en el cargo
La “comandera” impide la reforma de la Ley Electoral, en el sentido de que los presidentes y presidentas de las instituciones públicas no puedan estar más de ocho años (dos legislaturas) ocupando los máximos cargos, como sucede, desde hace muchos años, en los Estados Unidos con la figura del presidente.
En España, los presidentes y presidentas de la Nación y de las comunidades autónomas, intentan eternizarse en sus máximos cargos “hasta que la muerte los separe” en forma de votos perdidos en las urnas. Claro que hay otras excepciones, como las mociones de censura que generalmente no prosperan o dimisiones por motivos de salud o por corrupción. Esto último, la corrupción, fue lo que mató, políticamente hablando, a Maria Antònia Munar, que acabó con sus huesos en la cárcel tras ser considerada culpable en diferentes casos de corrupción como Son Oms, Ca’n Domenge, Maquillaje…
Desde 1979 hasta 2010, Munar estuvo “chupando del bote” público. Primero fue alcaldesa de Costitx durante 28 años, hasta 2007, y en los últimos 12 años (1995-2007), compaginó la Alcaldía con la Presidencia del Consell de Mallorca, para pasar, después, a presidir el Parlament de les Illes Balears, hasta que en 2010, fue obligada a dimitir por los casos de corrupción citados.
Maria Antònia Munar llegó a acumular tanto poder, que la citaban como “la princesa de Mallorca”. Y ella parece que lo tenía asumido tanto, que consideraba que Mallorca era de su propiedad y podía hacer lo que le viniera en gana. Es lo que suele ocurrir cuando se llevan tantos años en el poder, hasta el punto de creerse dueños del “solar”. De no haberse destapado la corrupción de Munar y su “ejército de Pancho Villa” -con todos mis respetos para Pancho Villa- la “princesa de Mallorca” llevaba camino de eternizarse en el poder del que vivió a cuerpo de reina durante la friolera de 31 años.
Francina Armengol, 23 años “chupando del bote”
Ahora y desde hace 23 años (desde 1999), tenemos a otra señora “chupando del bote”, es decir, cobrando y viviendo con cargo a las arcas públicas. Se trata de la inquera Francina Armengol. Primero como concejala del Ajuntament de Inca y, al mismo tiempo, por su condición de diputada del Parlament Balear, cargo que combinó con la Presidencia del Consell de Mallorca de 2007 a 2011. Sin dejar nunca el cargo de diputada, en 2015 fue elegida presidenta del Govern de les Illes Balears, el máximo cargo del Archipiélago en el que está a punto de cumplir su segunda legislatura (8 años) en el más alto sillón balear. Y se postula para repetir como candidata a la presidencia del Govern en las elecciones de mayo próximo. Armengol también parece querer eternizarse viviendo de la “sopa boba”. De momento no se ha visto implicada en caso alguno de corrupción, aunque sí en un caso que nada dice en su favor, cuando fue pillada en plena pandemia, de madrugada, en el HAT BAR, en Palma. Un bar de copas que en aquellas horas debía estar cerrado por orden, precisamente, de Armengol. Aquello fue un escándalo, pero no hubo consecuencias. La presidenta ofreció una serie de explicaciones que poco o nada convencieron, pero la cosa no pasó de ahí.
Es lo que decía al principio de este artículo, acerca de que ningún político o política debería estar más de dos legislaturas presidiendo una institución pública, ya que corren el riesgo de creerse dueños del “solar”. Y después, pasa lo que pasa.